Tiberio Graziani

El Pacto Atlбntico en la geopolнtica estadounidense para la hegemonнa global

Mientras en la teorнa de las relaciones internacionales los tratados de alianza, polнtica o militar, entre Estados soberanos (1) son - como sostienen algunos autores, entre quienes se encuentra, en particular, Alessandro Colombo (2)- de difнcil definiciуn a causa de su carбcter ambiguo, en geopolнtica, al contrario, son mбs fбcilmente interpretables, cuando son considerados parte constituyente de las estrategias de medio y largo plazo de los paнses signatarios concretos. Precisamente gracias al conocimiento de las doctrinas geopolнticas de los Estados aliados y al anбlisis de las posturas relativas, manifestadas en el arco de largos periodos, es posible, de hecho, verificar si un tratado de alianza, en concreto de alianza militar, es realmente un acuerdo entre iguales, o un dispositivo en funciуn del socio hegemуnico (o de una coaliciуn de socios hegemуnicos) que lo impone, diplomбticamente o de otra forma, a los otros signatarios.

Un ejemplo eficaz de la funciуn geopolнtica de las alianzas nos lo proporciona, en la era moderna, entre otros, el Tratado de la Haya, o de la Triple Alianza, de 1668. En aquella ocasiуn, Inglaterra, Suecia y Holanda se aliaron con la finalidad de contener la expansiуn del Rey Sol en el Flandes espaсol y en el Franco Condado. La coaliciуn asumiу un preciso carбcter de dispositivo geopolнtico en apoyo de la polнtica de dominio que buscaba Inglaterra.

Antonio Zischka, en su singular historia de las alianzas de Inglaterra, considerando que el ascenso de Inglaterra a protagonista europeo y mundial comenzу despuйs de la Guerra de los Cien Aсos (1337-1453), cuando “su naturaleza insular se afirmу netamente” (3), y recordando que todas las “grandes guerras de Inglaterra han sido combatidas […] en los Paнses Bajos, ya que es mбs fбcil poner en peligro el dominio britбnico sobre el Canal de la Mancha” (4), identifica en la Triple Alianza el instrumento diplomбtico y militar a travйs del cual Holanda asume la funciуn de “cabeza de puente” inglйs en el Continente.

El Tratado de la Haya fue, por tanto, una alianza hegemуnica. Esta, de hecho, constituyу la primera pieza de una amplia estrategia diplomбtico-militar tendente a debilitar a Holanda y, sobre todo, a instaurar un equilibrio sobre todo el continente europeo favorable a las miras inglesas. Esto resultarб evidente algunos aсos despuйs, al concluir la Guerra de los nueve aсos (1688-1697) que la Gran Alianza, constituida por Inglaterra, Espaсa, Austria y Holanda, habнa iniciado contra Luнs XIV.

La lucha contra Francia, potencia continental en expansiуn, nos recuerda Zischka, tuvo para Inglaterra, de hecho, “la gran ventaja de que se desarrollу en suelo holandйs y determinу tal debilitamiento de Holanda que las naves de esta salнan a los mares cada vez en menor nъmero; el comercio y la potencia financiera holandesa estaban en fuerte declive, mientras que Inglaterra, en cambio, reflorecнa” (5). Para Zischka, precisamente gracias a su posiciуn insular Inglaterra logrу desplazar el “predominio” a su favor.

Llegando a tiempos que nos resultan relativamente mбs cercanos, siempre tratando las alianzas de Inglaterra en el marco de su secular polнtica de poder, dirigida a contener y hacer vanos los acuerdos de amistad y/o de integraciуn entre las naciones del continente europeo, vale la pena citar, como otro ejemplo clarificador, el Acuerdo de ayuda recнproca entre el Reino Unido y Polonia, firmado en Londres el 25 de agosto de 1939.

Como se sabe, el Acuerdo de amistad anglo-polaca firmado por Lord Halifax y por el conde Rczynski constituyу una evidente violaciуn del Acuerdo que Alemania y Polonia habнan estipulado el 26 de enero de 1934, asн como una explнcita intromisiуn en las delicadas relaciones entre el Reich nacionalsocialista y la URSS; Berlнn y Moscъ, de hecho, apenas dos dнas antes, el 23 de agosto, habнan suscrito un tratado de no agresiуn, que ha pasado a la historia como el Pacto Molotov-Ribbentrop, por el nombre de los respectivos ministros de asuntos exteriores. En tal circunstancia, el Reino Unido pretendнa utilizar, en el бmbito de un dispositivo diplomбtico-militar teуricamente paritario, la posiciуn de Polonia como “cuсa” entre dos potencias continentales, con el fin de invalidar, simultбneamente, tanto la creaciуn de un potencial eje Moscъ-Berlнn como los acuerdos germano-polacos, y alejar de tal modo toda perspectiva de acoplamiento entre la penнnsula europea y la masa asiбtica.

La acciуn de perturbaciуn diseсada por Londres, mediante una actividad de fino tejido diplomбtico, a la que no eran extraсos los EEUU (6), era perfectamente coherente con la doctrina geopolнtica britбnica, que habнa hecho de la valoraciуn de las tensiones entre las naciones continentales un elemento sustentante de la polнtica de equilibrio (balance of power).

Los caracteres de la Alianza noratlбntica

Los ejemplos mбs arriba citados nos permiten analizar, por comparaciуn, otro caso de alianza hegemуnica: el caso, muy particular, del Pacto atlбntico. Tambiйn aquн, el mayor beneficiario de la alianza en cuestiуn es una potencia marнtima, los Estados Unidos. La potencia del otro lado del Atlбntico siempre ha exaltado, en relaciуn a la masa eurasiбtica (7), su carбcter insular, precisamente como Inglaterra hizo en relaciуn al continente europeo, y anбlogamente a Inglaterra, en el бmbito de las relaciones de fuerza entre naciones, ha activado el criterio de la polнtica de equilibrio.

Los caracteres que distinguen el Pacto atlбntico son al menos tres: su larga duraciуn, la limitaciуn de la soberanнa de la mayor parte de los aliados, en beneficio de los EEUU, y la agresividad de su organizaciуn (la OTAN).

En referencia a la primera caracterнstica, el Pacto atlбntico seguramente ha superado con mucho el lнmite temporal que parecнa subyacer, generalmente, a las coaliciones militares y que Tucнdides habнa fijado en torno a los treinta aсos (8).

A menudo, a propуsito de la duraciуn de la Alianza atlбntica, que precisamente este aсo cumple ya sesenta aсos, se considera su anomalнa respecto al principio que habrнa guiado siempre la polнtica exterior de los EEUU, el de confiar sуlo en alianzas temporales y en casos de extraordinaria emergencia.

En realidad, cuando se trata esta cuestiуn, no se tienen en cuenta al menos dos factores importantes: el primero, especнfico, contenido precisamente en la formulaciуn del principio guнa que Washington planteу en su Farewell Address (9). Washington hablу de alianzas temporales destinadas a mantener a los Estados Unidos “on a respectably defensive posture”, refiriйndose con esto claramente a acuerdos que debнan durar todo el tiempo necesario para mantener a la Naciуn precisamente en una posiciуn defensiva (10); el segundo, de orden mбs general, hay que ponerlo en relaciуn con la pulsiуn mesiбnica que, ademбs de animar el patriotismo estadounidense e impregnar el carбcter nacional de los norteamericanos, condiciona y regula las elecciones expansionistas e imperialistas de Washington (11).

El excepcionalismo mesiбnico siempre ha sido para los gobernantes estadounidenses una categorнa a la que recurrir para construir y justificar las estrategias mбs convenientes para los intereses nacionales. La “extraordinaria emergencia”, en la perspectiva religiosa vetero testamentaria propia de la tradiciуn estadounidense, tendrб, por tanto, una duraciуn que se dilatarб con la expansiуn de estos mismos intereses a escala mundial.

De hecho, la limitaciуn de la soberanнa de muchos miembros de la Alianza Atlбntica se debe no sуlo a su gйnesis, acaecida en un periodo en el que las naciones europeas, que habнan salido destruidas de la guerra, tenнan escasa capacidad de negociaciуn con la potencia del otro lado del Ocйano; sino, principalmente, a la serie de “medidas vinculantes de acompaсamiento” que, constituida por Acuerdos, Tratados y Clбusulas secretas entre los Paнses europeos especнficos y los EEUU, ha supuesto ( y sigue suponiendo) la difusiуn de instalaciones logнsticas y bases militares estadounidenses y de la OTAN en toda Europa.

Aunque sуlo sea por poner un ejemplo, consideremos, a tal respecto, el caso emblemбtico de Italia, donde se cuentan, entre bases e instalaciones militares de distinto gйnero, directa o indirectamente ligadas a los EEUU y a la OTAN, hasta un centenar (12).

Las “medidas de acompaсamiento” que sustancialmente limitan la soberanнa nacional de Italia, vinculбndola fuertemente, en el plano militar, al sistema geopolнtico occidentalista guiado por los EEUU, son al menos cuatro:

1) el Bilateral Infrastructure Agreement (BIA) o Acuerdo secreto USA-Italia del 20 de octubre de 1954. El acuerdo, firmado por el ministro Scelba y por la embajadora estadounidense Clare Booth Luce, no ha sido sometido nunca a la verificaciуn ni a la ratificaciуn del Parlamento italiano;

2) el Acuerdo bilateral Italia-USA del 16 de septiembre de 1972; 3) el Memorandum de entendimiento USA-Italia (Shell Agreement) del 2 de febrero de 1995;

4) el Acuerdo secreto ‘Stone Ax’ , estipulado en los aсos ‘50/’60 y renovado despuйs del 11 de septiembre de 2001.

A estos acuerdos, obviamente, hay que aсadir tambiйn:

a) las clбusulas secretas contenidas en la Convenciуn de Armisticio del 3 de septiembre de 1943;

b) las clбusulas secretas del Tratado de paz impuesto a Italia el 10 de febrero de 1947,

c) el Tratado OTAN, firmado en Washington el 4 de abril de 1949, y que entrу en vigor el 1 de agosto de 1949.

En referencia al tercer carбcter mencionado, el referente a la agresividad de la Organizaciуn de la Alianza Noratlбntica, observamos que este resulta claro y manifiesto si se considera la articulada estrategia puesta sobre el terreno por los EEUU al tйrmino de la segunda Guerra Mundial con el fin de una autйntica hegemonнa (13) a nivel mundial.

Tal estrategia se compone de dos dispositivos geopolнticos diferentes (14). El primero, basado fundamentalmente en mecanismos econуmicos, se refiere esencialmente a:

-el ERP, l’European Recovery Program, mбs conocido como Plan Marshall (1947), debido al nombre del entonces secretario de Estado, George Marshall. Mediante el Plan de reconstrucciуn de Europa occidental, Washington condicionу, tal y como observan los geopolнticos franceses Chauprade y Thual, la integraciуn econуmica europea en un espacio econуmico controlado por ellos;

-el GATT, Acuerdo General sobre las Tarifas y el Comercio (1947) para favorecer la liberalizaciуn del comercio mundial erosionado las prerrogativas nacionales; - el Banco mundial (1945).

El otro dispositivo, diplomбtico y militar, comprendнa mбs allб de la OTAN (1949):

- el Pacto de Bagdad, que luego se convirtiу en el Pacto CENTO (Central Treaty Organisation) (1959), despuйs de la salida de Irak en 1958; - el Pacto de Manila o SEATO (South East Asia Treaty Organization) de 1954; - el Pacto tripartito de seguridad entre Australia, Nueva Zelanda y EEUU, conocido con el acrуnimo ANZUS, de 1951.

En tal estrategia es evidente la funciуn de la OTAN como elemento de tutela militar en Europa occidental y mediterrбnea (15) y de presiуn hacia las fronteras occidental y meridional de la Uniуn Soviйtica. La voluntad estadounidense de una guarniciуn militar en Europa surge tambiйn de la conocida afirmaciуn del presidente Roosevelt, segъn la cual el Rin tenнa que ser considerado como la frontera oriental de los EEUU (16).

La OTAN constituye, desde su creaciуn, una malla especнfica de la red estadounidense para cercar toda la masa eurasiбtica. La aplicaciуn de la teorнa del containment (un eufemismo retуrico que ha enmascarado, en el periodo de la Guerra Frнa, el cerco geoestratйgico de Eurasia) en realidad era un claro acto de prepotencia militar y diplomбtica dirigido por los EEUU contra la URSS y, ademбs, una advertencia amenazante a las otras naciones asiбticas y mediterrбneas. El carбcter agresivo del Pacto atlбntico se ha manifestado, en los ъltimos aсos, con la ampliaciуn (otro eufemismo que pretenderнa ocultar el carбcter expansionista de los EEUU) de su organizaciуn hacia Europa oriental y las Repъblicas centroasiбticas.

El Pacto antieuropeo y antieurasiбtico en el nuevo sistema multipolar

El Pacto atlбntico se configura, por tanto, como una alianza tнpicamente hegemуnica, antieuropea y anti-rusa en el periodo del bipolarismo; antieurasiбtica despuйs del hundimiento de la Uniуn Soviйtica.

Antieuropea, porque con su presencia ha impedido la constituciуn de un ejйrcito europeo y ha contribuido a la larga ocupaciуn estadounidense del Viejo Continente; antieurasiбtica, porque ha impuesto a Europa occidental el bien conocido papel de “cabeza de puente” construida en el continente eurasiбtico en funciуn de las miras estadounidenses para el dominio mundial.

En los albores del nuevo sistema multipolar, sin embargo, el dispositivo estadounidense parece que estб ya obsoleto: una malla de una red (por otra parte, cada vez mбs deshilachada) que no logra “contener” eficazmente (17) la fuerza de las Naciones asiбticas emergentes y su derecho, durante mucho tiempo conculcado, de determinar su propio destino. Con la presencia, en la polнtica mundial, de naciones cada vez mбs determinadas y de dimensiones continentales como Rusia, China, India y Brasil, los intereses nacionales especнficos de los pueblos europeos muestran, una vez mбs, su falta de influencia en el plano geopolнtico y, sobre todo, la innatural posiciуn de Europa en el campo occidentalista. La conciencia de la propia falta de influencia geopolнtica llevarб a los europeos, tarde o temprano, a comprender que la participaciуn en la Alianza atlбntica es un vнnculo que podrнa alejarlos de sus propios intereses mediterrбneos y asiбticos.

Si Europa quiere participar como protagonista en el nuevo sistema multipolar debe, lo mбs pronto posible, salir de las sofocantes y limitativas lуgicas nacionales que la dividen y reconocer que constituye el componente oriental del espacio geopolнtico eurasiбtico. Moscъ, Nueva Delhi y Pekнn no esperan otra cosa.

La asunciуn de una clara visiуn geopolнtica impone a los europeos, para salvaguardar sus propios intereses econуmicos, militares, polнticos y culturales, la reivindicaciуn de una inйdita soberanнa continental que puede ser alcanzada sуlo a partir de la denuncia de la OTAN como instrumento de dominio de los EEUU y de la contextual creaciуn de una fuerza armada europea.

direzione@eurasia-rivista.org

Traducido por Javier Estrada

*Tiberio Graziani es director de la revista italiana de estudios geopolнticos Eurasia (http://www.eurasia-rivista.org/).

1. Para un tratamiento de la teorнa contemporбnea de las alianzas nos remitimos a Marco Cesa, Teorie delle alleanze, in “Quaderni di scienza politica”, II, 2, 1995, pp. 201-283.

2. Alessandro Colombo, La lunga alleanza. La Nato tra consolidamento, supremazia e crisi, Franco Angeli- Ispi, Milano 2001. A . Colombo, muy agudamente, identifica en tres razones la desconsolante ambigьedad histуrica y semбntica del tйrmino alianza. La primera residirнa en la “enorme variedad de las formas histуricas de alianza: variedad en el tipo de compromisos, en su formalizaciуn, en su duraciуn y en sus objetivos” (p.25); la segunda, que refleja parcialmente la primera, consiste en la “extrema variedad de los tйrminos y de las metбforas con las cuales, en el curso de la historia, estos acuerdos se han expresado” (p.26); la tercera, finalmente estб ligada, segъn el estudioso, al “deslizamiento semбntico” por el cual “la entonaciуn eufemнstica de la cultura polнtica del ъltimo siglo no podнa evitar (…) el fenуmeno de las alianzas” (p.26). La ambigьedad a la que se refiere Colombo, a nuestro juicio, permanece tambiйn en el бmbito, ciertamente mбs riguroso por lo menos en el plano formal, del derecho internacional, por el cual el acuerdo de alianza considera un compromiso exclusivamente recнproco entre dos o mбs estados.

3. Antonio Zischka, Le alleanze dell’Inghilterra, Casa editrice mediterranea, Roma 1941-XIX, p. 41. Para Johann von Leers, que estб de acuerdo con Zischka acerca de la valoraciуn de la insularidad en funciуn de la polнtica de poder llevada a cabo por los Ingleses, en cambio, Inglaterra se habrнa emancipado de la masa continental europea en la йpoca de la invasiуn normanda. Escribe, de hecho, el autor alemбn, “Desde el momento en que los Normandos tomaron posesiуn de las islas britбnicas, la polнtica exterior que partнa de allн cambiу completamente. Los Anglosajones sуlo se habнan defendido contra los ataques que partнan del Continente. Los Normandos, en cambio, se sirvieron de Inglaterra como base para reprimir a las potencias continentales. Fueron los primeros en valorar la insularidad inglesa, la ventaja de estar en una tierra sin vecinos e inatacable, como polнtica de poder”, L’Inghilterra, l’avversario del continente europeo, Edizioni all’insegna del Veltro, Parma 2005.

4. Antonio Zischka, op. cit., p. 50.

5. Antonio Zischka, op. cit., p. 53.

6. Se hace referencia a los encuentros que tuvieron lugar en Francia en noviembre de 1938 y febrero de 1939 entre el embajador estadounidense William Christian Bullitt Jr. y los embajadores polacos Potocki e Lukasiewicz; relatado en Giselher Wirsing, Roosevelt et l’Europe (Der Masslose Kontinent), Grasset, Paris s.d., ma 1942, p. 266.

7. “Geopolнticamente Amйrica es una isla distante del gran continente eurasiбtico”, asн se expresa Henry Kissinger, L’arte della diplomazia, Sperling & Kupfer Editori, Milano 2006, pp.634-635 8. Bernard Guillerez, L’Otan, instrument de la puissance amйricaine, en “Revue Franзaise de Gйopolitique”, 1, 2003, p. 215.

9. El principio de las temporary alliances es formulado por George Washington en su Farewell address, el 19 de septiembre de 1796. En aquella ocasiуn el primer presidente de los Estados Unidos afirmу: “Taking care always to keep ourselves, by suitable establishments, on a respectably defensive posture, we may safely trust to temporary alliances for extraordinary emergencies.” (Teniendo cuidado siempre de mantenernos, mediante los acuerdos pertinentes, en una postura razonablemente defensiva, podemos confiar con seguridad en alianzas temporales para emergencias extraordinarias).

10. La interpretaciуn de la “posturas defensiva” estб directamente ligada al carбcter insular de los EEUU.

11. Para un tratamiento de las fuentes religiosas relativas a la formaciуn de la identidad nacional de los EEUU, remitimos, entre otros, a: Chosen Peoples: Sacred Sources of National Identitа, Oxford University Press, New York 2002 y a Romolo Gobbi, America contro Europa, MB Publishing, Milano 2002. Sobre las relaciones entre excepcionalismo e imperialismo estadounidenses remitimos a Anders Stephanson, Destino manifesto. L’espansionismo americano e l’Impero del Bene, Feltrinelli, Milano 2004.

12. Alberto B. Mariantoni, Dal “Mare Nostrum” al “Gallinarium Americanum”. Basi USA in Europa, Mediterraneo e Vicino Oriente, en “Eurasia. Rivista di Studi Geopolitici, 3, 2005, pp. 81-94.

13. Sobre el tйrmino hegemonнa aplicado a la potencia estadounidense, Chalmers Jonson, denunciando su retуrica, escribe: “Algunos autores han empleado el concepto “hegemonнa” para indicar un imperialismo sin colonias; en la era de las “superpotencias” despuйs de la Segunda Guerra Mundial la hegemonнa se convirtiу en sinуnimo de los “campos” occidental y oriental. En este caso, el uso de conceptos adecuados se complica por la tendencia de los Estados Unidos a acuсar eufemismos para la nociуn de imperialismo, que hiciesen que su versiуn americana pareciese un poco mбs inocua e inocente, al menos, a ojos de los ciudadanos de aquel paнs”, en The Sorrows of Empire, London, Verso 2004, p. 30, citado por Herfried Mьnkler, Imperi. Il dominio del mondo dall’antica Roma agli Stati Uniti, Il Mulino, Bologna 2008, p.66.

14. Aymeric Chauprade, Francois Thual, Dictionnaire de Gйopolitique, Ellipses, Paris 1999, pp. 148-149.

15. Hastings Lionel Ismay, primer secretario de la OTAN, a propуsito de las finalidades del Pacto, se expresу asн: “to keep the Germans down, the Russians out and the Americans in”.El objetivo principal de la OTAN, en referencia a Europa, por tanto, era el de mantener la presencia americana en el territorio europeo, no el de “defenderlo”.

16. Giselher Wirsing, op.cit., p. 266.

17. Zbigniew Brzezinski, considerando que las nuevas realidades polнticas globales parecen indicar el declive de “Occidente”, considera que la “Comunidad atlбntica (tiene que) mostrarse abierta a una mayor participaciуn por parte de los paнses no europeos”. El politуlogo y geoestratega estadounidense prevй una funciуn de Japуn (y tambiйn de Corea del Sur) en el бmbito de la OTAN, con el fin de que Tokio estй aъn mбs ligado a los intereses nacionales de los EEUU. Zbigniew Brzezinski, L’ultima chance, Salerno editrice, Roma 2008, p. 150.

  

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